Como seres humanos tenemos la necesidad de seguir, admirar e incluso imitar a personas que conecten con lo que sentimos. Se dice que somos el resultado de las 5 personas con las que más convivimos, inconscientemente adoptamos su forma de pensar, su actitud ante la vida y hábitos tanto positivos como negativos, y así mismo su forma de hablar y en general de expresarse.
Creo en el campo de distorsión de la realidad que creamos alrededor de nosotros cuando vemos a las personas que admiramos y adoptamos su forma de ser, pensamos que todo lo que haga esta persona es correcto ya sea porque estamos segados por nuestra admiración o porque el “éxito” de esta persona lo respalda, entonces todo lo que haga también está bien (¿?).
Hoy quiero invitarte a que te preguntes, “¿a quién estoy siguiendo?, ¿a quién estoy imitando?” y tal vez la respuesta en sí sola te dirá que estás cometiendo un grave error ya que puede ser a una persona que solo critica, sin logros, sin corazón, sin propósito, etc. Todo esto te hará replicar a una persona que te llevará a desviarte de tu propósito.
Si aún no te convences, bíblicamente estamos llamados a imitar a Jesús, dice la biblia que Él dejó las pisadas para que nosotros las sigamos:
“Porque para este propósito habéis sido llamados, pues también Cristo sufrió por vosotros, dejándoos ejemplo para que sigáis sus pisadas,” (1 Pedro 2:21)
“Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros.” (Juan 13:34)
Por tanto, ¿estamos amando? ¿estamos levantando o estamos derribando?