No es para tanto (o tal vez sí)

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Cuántas veces en nuestra vida no hemos pasado por momentos en los que creemos que las cosas no podrían ir peor, pero sí, van empeorando. Esos momentos en los que no vemos la salida o el final y que pareciera que terminaremos ahogándonos en nuestros problemas. No es para tanto.

Las emociones son estados que todos experimentamos y que se traducen, incluso, en reacciones químicas en nuestro cuerpo; pueden ser miedo, alegría, tristeza, miedo, ira, etc., que pueden magnificar la situación que estamos viviendo. Aveces basta con tranquilizarse, pensar bien las cosas y darse cuenta que la situación no es tan mala como parece.

En la biblia vemos que las emociones no son ajenas a Dios, vemos en Juan 11:35 que Jesús lloró por la muerte de su amigo Lázaro a quién más tarde volvió a la vida. Las emociones y sentimientos a veces pueden cambiar la perspectiva que tenemos de nuestra situación, pueden deformar nuestros sentidos para no reconocer lo correcto de lo incorrecto orillándonos a lastimar, ofender y tomar malas decisiones. En la biblia vemos otro caso en dónde Moisés, el hombre que estuvo guiando al pueblo de Israel en el desierto durante 40 años, enfrentando graves peligros, luchando contra enemigos y soportando duros castigos para llegar a la tierra prometida fue finalmente el hombre que jamás pudo ver la tierra prometida. Moisés se dejó llevar por sus emociones y ante su gran enojo, desobedeció la voz de Dios (Éxodo 32:19-21). A primera vista pareciera una cosa casi insignificante pero terminó arruinando un ministerio, ¡podemos arruinar años con un pequeño colapso emocional!

Hoy te invito a respirar y buscar la paz de Dios en esos momentos emocionales. Jesús sintió tristeza pero la convirtió en vida, Moisés sintió enojó y lo convirtió en pérdida y ruina, seamos más como Jesús.

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